«Cuando te preguntan de pequeño qué quieres ser de mayor contestas: policía, bombero, médico … yo quería narrar el ascenso del Leganés a Primera en el Carrusel de la SER».
La noche anterior casi no dormí. Me levanté sobre las siete, horas antes de que sonara la alarma. Estaba nervioso, lo reconozco. Era un día tan importante como el del nacimiento, de Emma o el día de mi boda. Ese 4 de junio de 2016 nos la jugábamos todos. El Leganés el ascenso a Primera y los demás el futuro. Todos subíamos con el Lega. Era el día más grande para toda una ciudad. El todo o nada. Quizás la única oportunidad en la historia de hacer Historia. Y se hizo, ¡vaya sí se hizo! Y cómo se hizo.
No voy a recordar cómo ocurrió. Eso ya lo sabemos todos. Quiero recordar cómo sufrí. Lo mal que lo pasé antes y durante. Cómo estallé de felicidad al final. El orgasmo de alegría cuando el árbitro pitó el final. Cómo se me paró el corazón cuando marcó Aridane, me quedé sin aire. Vi por el rabillo del ojo como el línea levantaba el banderín. Y me caí de rodillas en la cabina de Anduva. No quería levantarme. No podía. Aquello no se acababa nunca. Me puso de pie el técnico. Le dije que no podía más. Y luego se acabó, porque el partido no iba a durar eternamente, pero el recuerdo sí va a ser eterno.
Cuando me despidieron en antena en ‘Carrusel’ me bajé corriendo a la sala de prensa. En el camino me abracé a la presidenta, dos besos, enhorabuena. Y llegué cuando la plantilla entraba y mojaba a Asier. Abrazo con Asier, con Borja Lázaro («chiquitín»), con Rubén Peña, Mantovani (empapado), Serantes, …. era una locura. Y el abrazo con los compañeros, con Carlos Mateos (el que nunca dejó de creer en el ascenso), Vicente Serrano, Alberto Fernández, Javi Martín, Santi Duque … son ya momentos imborrables. Como el abrazo con Hernán a la salida de Anduva. Todo son recuerdos de felicidad, emoción, alegría incontenible. Indescriptible. ¡Qué os voy a contar si los vivisteis todos!
Después, la carrera. Entrar en ‘El larguero’. Adelantar al autocar del Lega dos veces (con parada intermedia con Carlos en un Mc Donalds de la carretera de Burgos) para llegar a la Plaza de España antes que el equipo … ¡y celebrarlo!
Los siguientes fueron tres día duros, de trabajo. Pero de trabajo de ese que se disfruta, que se hace con gusto y no pica. Me tomé la primera cerveza el lunes, 48 horas después del ascenso, junto a mi compañero Dani Álvarez y con Serantes, en Casa Juan, en la ‘última cena’ de la plantilla antes de las vacaciones. La última vez que les vi a todos juntos, a los héroes del ascenso. A esos que nos hicieron tocar el cielo y saborear la gloria. Porque aquel 4 de junio de 2016, en Miranda de Ebro, ellos nos subieron a todos a Primera División por primera vez en la historia y nunca lo vamos a olvidar, porque todos los años volverá a haber un 4 de junio.