El viejo oficio del periodismo deportivo

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Tengo un amigo que hace unos días me preguntó en qué hemos convertido el periodismo deportivo. Respondí a lo gallego, con otra pregunta, pero ¿tú qué ves, qué lees o qué escuchas? Su respuesta me hizo entender su pregunta. ¿La culpa es la información que ofrecen los medios que él consume o el problema es el público que demanda y consume esa información que esos medios ofrecen?

Intenté explicarle que no todos los periodistas deportivos nos dedicamos a alimentar el show televisivo y nocturno del «Salsa rosa del deporte«. Que aún se pueden dar noticias sin amarillear el contenido. Que es posible hacer una tertulia sin ruido, sin estridencias, sin gritos y sin insultos. Que no por encararse llevas más razón o tus fuentes son más válidas.

Para mí eso no es periodismo. Llámalo espectáculo. Show. O como quieras, pero no periodismo. Para eso no hace falta siquiera ser periodista. Y no me refiero a la formación académica, sino a aprender el oficio de reportero. Ese en el que te titulas echando horas en la puerta de un estadio, haciendo guardias interminables. Viendo y observando horas y horas de entrenamientos. Hablando incansablemente al teléfono hasta que te duele la oreja y el brazo. Buscando fuentes. Cuidando confidentes. Confiando en el hoy me dices, te debo una y tú y yo nunca hemos hablado. Trabajando día a día, sabiendo cuando empiezas y no cuándo terminas. Haciendo ‘periodismo’ de verdad. Del que se aprende trabajando a diario durante años. Sin folklores innecesarios. Sin pintar de amarillo los berridos. Y sin necesidad de llegar casi a las manos.

Afortunadamente para nuestra profesión aún quedan románticos que buscan noticias y no se dedican al periodismo de rotonda. Aún hay periodistas que son capaces de pensar  y hacer preguntas propias en las ruedas de prensa. Afortunadamente, y a pesar de todo, siguen existiendo ‘currantes’ con oficio y jóvenes recién salidos de la facultad que desean aprender el oficio sin buscar rápidamente la fama. Porque la noticia siempre debe estar en el deporte y no en el personaje que la cuenta.

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EL TRABAJO DE REPORTERO | El periodismo está ahí fuera, donde está la noticia

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Son casi las 10 de la mañana y camino a toda prisa por Ciudad Universitaria. Qué curioso, aquí comenzó todo hace ya 20 años. En la Facultad de Ciencias de la Información, a la izquierda. La dejo a la derecha según salgo del Metro y avanzo con el desayuno en la garganta hacía el Consejo Superior de Deportes. Me faltan unos 200 metros para llegar cuando recibo la primera llamada. Informativos. Para el boletín de las 10. Estoy preparado. Anoche me documenté en internet, se más o menos quién asiste a la reunión y cuales van a ser las claves de lo que quieren debatir. En el vagón ya he venido tomado notas en el iPad, adelantándome a lo que pudieran pedir. Primer tanto para mí. Intento que nunca me pillen.

Entro en antena ya desde la puerta del CSD, por teléfono. Y me acredito como periodista en el mostrador para no tener problemas en mis continuas entradas y salidas del edificio. Tomo las primeras fotos y envío mi primer tuit.

Antes iba a los sitios con un boli, un cuaderno y una grabadora de cassette. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Hace solo 16 años de aquellos inicios y la tecnología ha avanzado tanto que me parece que fue en el siglo pasado. Y no me equivoco, lo era. Ahora ya no uso bolígrafo ni cuaderno, aunque los llevo en mi mochila, en el fondo sigo siendo un admirador de la vieja escuela. Pero ahora trabajo de otra forma, más moderna que diría mi madre. Ya no escribo, tecleo en el iPad o en el teléfono móvil. Ya no guardo en mi retina el momento, lo fotografío. Y ya no hace falta que llegue a la Radio para contar lo que he visto y vivido, porque en el mismo instante en que lo saboreo ya lo estoy compartiendo con el resto del mundo a través de las redes sociales.

El periodista de pluma y bloc de notas ya ha quedado desfasado. Ya nadie se pelea por llegar el primero a la cabina de teléfonos para llamar a la Redacción. Ya no necesitas llevar siempre unas monedas en el bolsillo para el teléfono. De hecho ya no hace falta ni llamar, porque durante los actos o los tuiteas directamente o wassapeas con el compañero que está en la Radio para que sepan qué está sucediendo. Se ha perdido espíritu, pero se ha ganado en inmediatez.

Te pones en situación, preguntas quién está, quién falta. Y cuando llegan los dos que faltaban empieza la reunión. Nos dejan entrar. Hago fotos mientras las cámaras graban los mudos que luego emitirán las teles con voz en off. Saco todas las fotos que puedo, así después podré elegir las de mejor calidad para el tuiter y que puedan usarlas mis compañeros de la web en la Radio. Antes comprobabas al llegar a un sitio si había teléfono, ahora buscas el punto wi fi más cercano para enviar al instante. Buenas noticias, hay internet gratis, así que podré ahorrar datos en el móvil. Cuando no hay wi fi gratis hago un “tehering” con el teléfono y envío tuits y fotos.

Llega Quiroga, el técnico. Y en nada ya ha encontrado un enchufe, ha montado un equipo y se ha enganchado por IP a la Radio. Ya os dije que las cabinas ya no sirven ni para que se cambie Superman en ellas.  Vuelvo a entrar en antena, esta vez en “Hoy por hoy”, con Gemma Nierga. El móvil no para de vibrar en mis pantalones, cuando no es la Redacción de Informativos es la de Deportes. Al rato ya empiezo a temer por las baterías, aunque aparte de los dos teléfonos siempre llevo un tercero liberado en la mochila, que nunca se sabe.

Empieza la reunión y vienen los minutos de espera. Hablas con uno, con otro. Rebajas la tensión acumulada y te preparas para el siguiente capítulo, vas al cuarto de baño por si luego no puedes. Mientras espero escribo. Preparo las próximas entradas en antena por si no hay nada nuevo. Resumo lo ocurrido, apunto horas y aclaro ideas. Me llama Laura, mi jefa. Vamos a emitir la rueda de prensa en directo. Es la noticia del día. Hablo con Quiroga y enseguida tiramos cable desde donde estamos hacía dentro de la sala de prensa. Conseguimos que lleguen los cascos y el micrófono de la SER, estoy detrás de las cámaras de televisión. Mi visión no es la mejor, pero me sirve. A veces desearía ser más alto, pero es lo que hay.

Acaba la reunión y conectamos en antena antes de que comience la rueda de prensa. En el estudio Gemma Nierga y mi compañero Ángel Rubiano. En el CSD, Ana Terradillos, que ha conseguido llegar antes de que empiece y yo. Se retrasa. Comentamos lo ocurrido y lo que ocurrirá. Saltan los flashes. Empieza el revuelo. Los cámaras se mueven, se pisan, se agolpan. Salen los protagonistas. Interrumpo en antena a Ana que está fuera de la sala, en el otro micrófono: “Ya salen. Se sientan en la mesa y va a comenzar la rueda de prensa de … “. El resto es Radio !!!