EL TRABAJO DE REPORTERO | El periodismo está ahí fuera, donde está la noticia

CSD 060blog

Son casi las 10 de la mañana y camino a toda prisa por Ciudad Universitaria. Qué curioso, aquí comenzó todo hace ya 20 años. En la Facultad de Ciencias de la Información, a la izquierda. La dejo a la derecha según salgo del Metro y avanzo con el desayuno en la garganta hacía el Consejo Superior de Deportes. Me faltan unos 200 metros para llegar cuando recibo la primera llamada. Informativos. Para el boletín de las 10. Estoy preparado. Anoche me documenté en internet, se más o menos quién asiste a la reunión y cuales van a ser las claves de lo que quieren debatir. En el vagón ya he venido tomado notas en el iPad, adelantándome a lo que pudieran pedir. Primer tanto para mí. Intento que nunca me pillen.

Entro en antena ya desde la puerta del CSD, por teléfono. Y me acredito como periodista en el mostrador para no tener problemas en mis continuas entradas y salidas del edificio. Tomo las primeras fotos y envío mi primer tuit.

Antes iba a los sitios con un boli, un cuaderno y una grabadora de cassette. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Hace solo 16 años de aquellos inicios y la tecnología ha avanzado tanto que me parece que fue en el siglo pasado. Y no me equivoco, lo era. Ahora ya no uso bolígrafo ni cuaderno, aunque los llevo en mi mochila, en el fondo sigo siendo un admirador de la vieja escuela. Pero ahora trabajo de otra forma, más moderna que diría mi madre. Ya no escribo, tecleo en el iPad o en el teléfono móvil. Ya no guardo en mi retina el momento, lo fotografío. Y ya no hace falta que llegue a la Radio para contar lo que he visto y vivido, porque en el mismo instante en que lo saboreo ya lo estoy compartiendo con el resto del mundo a través de las redes sociales.

El periodista de pluma y bloc de notas ya ha quedado desfasado. Ya nadie se pelea por llegar el primero a la cabina de teléfonos para llamar a la Redacción. Ya no necesitas llevar siempre unas monedas en el bolsillo para el teléfono. De hecho ya no hace falta ni llamar, porque durante los actos o los tuiteas directamente o wassapeas con el compañero que está en la Radio para que sepan qué está sucediendo. Se ha perdido espíritu, pero se ha ganado en inmediatez.

Te pones en situación, preguntas quién está, quién falta. Y cuando llegan los dos que faltaban empieza la reunión. Nos dejan entrar. Hago fotos mientras las cámaras graban los mudos que luego emitirán las teles con voz en off. Saco todas las fotos que puedo, así después podré elegir las de mejor calidad para el tuiter y que puedan usarlas mis compañeros de la web en la Radio. Antes comprobabas al llegar a un sitio si había teléfono, ahora buscas el punto wi fi más cercano para enviar al instante. Buenas noticias, hay internet gratis, así que podré ahorrar datos en el móvil. Cuando no hay wi fi gratis hago un “tehering” con el teléfono y envío tuits y fotos.

Llega Quiroga, el técnico. Y en nada ya ha encontrado un enchufe, ha montado un equipo y se ha enganchado por IP a la Radio. Ya os dije que las cabinas ya no sirven ni para que se cambie Superman en ellas.  Vuelvo a entrar en antena, esta vez en “Hoy por hoy”, con Gemma Nierga. El móvil no para de vibrar en mis pantalones, cuando no es la Redacción de Informativos es la de Deportes. Al rato ya empiezo a temer por las baterías, aunque aparte de los dos teléfonos siempre llevo un tercero liberado en la mochila, que nunca se sabe.

Empieza la reunión y vienen los minutos de espera. Hablas con uno, con otro. Rebajas la tensión acumulada y te preparas para el siguiente capítulo, vas al cuarto de baño por si luego no puedes. Mientras espero escribo. Preparo las próximas entradas en antena por si no hay nada nuevo. Resumo lo ocurrido, apunto horas y aclaro ideas. Me llama Laura, mi jefa. Vamos a emitir la rueda de prensa en directo. Es la noticia del día. Hablo con Quiroga y enseguida tiramos cable desde donde estamos hacía dentro de la sala de prensa. Conseguimos que lleguen los cascos y el micrófono de la SER, estoy detrás de las cámaras de televisión. Mi visión no es la mejor, pero me sirve. A veces desearía ser más alto, pero es lo que hay.

Acaba la reunión y conectamos en antena antes de que comience la rueda de prensa. En el estudio Gemma Nierga y mi compañero Ángel Rubiano. En el CSD, Ana Terradillos, que ha conseguido llegar antes de que empiece y yo. Se retrasa. Comentamos lo ocurrido y lo que ocurrirá. Saltan los flashes. Empieza el revuelo. Los cámaras se mueven, se pisan, se agolpan. Salen los protagonistas. Interrumpo en antena a Ana que está fuera de la sala, en el otro micrófono: “Ya salen. Se sientan en la mesa y va a comenzar la rueda de prensa de … “. El resto es Radio !!!

Anuncio publicitario

La cárcel del parado

En España, la cifra de parados en el primer trimestre de 2013 superó los 6.200.000 y se convirtió en el peor dato de nuestra historia. Y esa cifra, lejos de bajar parece que va a seguir aumentando. El PP ganó las elecciones con la promesa de  crear empleo, «es lo primero» decían y desde que gobiernan es mayor el empleo destruido que el creado.

Quedarse en paro en España ha pasado a ser una noticia tan cruel como la muerte de un familiar o el anuncio de una enfermedad terminal. Se convierte en tu muerte como trabajador y te deja sin futuro, ya que las opciones de encontrar un nuevo empleo con la situación actual española es más que remota.

 

 

La cárcel del parado
 
 
La noticia llega como una bofetada, un mazazo que te deja sin aire, sin respiración. En la fase de negación te preguntas si es posible que te esté pasando, mientras te repites una y otra vez: ¿Por qué a mi? Tras la sorpresa viene el miedo, el abismo. La desesperación. Es difícil asimilarlo para llegar a la esperanza.
 
El primer día no quieres salir de la cama y cuando te levantas lo haces perdido, con resaca, sin nada que hacer. Y con una sensación de impotencia y rabia que te asfixia y te oprime el pecho hasta llegar a doler. Tú casa es una cárcel de la que ni siquiera deseas salir. El futuro ya no está ahí fuera, el futuro simplemente deja de existir. Negro. Oscuro. Impenetrable. Inaceptable. Puede más la depresión que las ganas de seguir. Solo quedan las ganas de llorar y de que te dejen en paz.
 
Ninguna palabra de nadie consigue que te sientas mejor. Te miras al espejo, derrotado. Sin mirada. ¿Con la edad que tienes dónde vas y qué vas a hacer si seguro que los hay más jóvenes, más preparados y que lo harán por menos dinero?
 
El tiempo pasa y se olvidan las palabras de ánimo, las llamadas preguntando cómo estás y los abrazos amigos de apoyo. La normalidad, tu rutina, se convierte en una celda sin ventanas de la que no puedes escapar. Enjaulado tu carácter cambia, eres más irascible y todo te parece mal. Vivir ya no es una aventura, es una pesadilla en la que te despiertas todos los días. Sin rumbo, sin vuelta atrás, sin retorno.
 
Pero hay que echarle dos cojones, o dos ovarios, levantar la cabeza y volver a sonreír. Cueste lo que cueste. Olvidando las facturas y el llegar a fin de mes. Ahora la vida es supervivencia  sin mirar atrás. Minuto a minuto. Día a día. Mes a mes.
 
Ver la Tele, oír la Radio o leer el periódico no ayuda, más bien lo empeora.
 
Tanto la Oficina del INEM como el Gobierno se dedican a ponerte zancadillas y trabas. En Madrid se dio orden a las Oficinas del Paro de no emplear a parados de larga duración que ya no perciben prestación. Y no es para que los despedidos recientes vuelvan a trabajar, sino para dejar de pagar a los que siguen cobrando el paro obviando a los que ya no le cuestan dinero a la Comunidad. Un dinero que todos los trabajadores se han ganado a pulso durante su vida laboral. Un dinero que es suyo y al que tienen derecho porque lo han sudado hasta su despido.
 
Sonará mal, pero se gana más parado con prestación que trabajando con un contrato basura. Y más desde que los majaderos del Banco de España sugirieron que se contratara por debajo del Salario Mínimo Interprofesional.
 
El paro te obliga a fichar cada tres meses y además tienes que acudir a sus llamadas aleatorias y caprichosas para firmar y demostrar que estás buscando empleo si no quieres perder la prestación. Una prestación, que repito, no te la ha regalado nadie, es tuya. Te la has ganado, sudado y trabajado y tienes derecho a cobrarla hasta su fin. Nadie debería obligarte a dejar de percibir un dinero que te corresponde, porque no es un regalo, es algo conseguido con tu esfuerzo durante mucho tiempo, más tiempo del que ellos te van a pagar.
 
Las Oficinas de Madrid llegan a controlar más a un parado que el Estado a un preso en libertad condicional. Mientras que en España, muchos de los que deberían estar presos están en las calles y no en las prisiones. Porque ellos pueden robar sin que les pase nada. Ellos pueden robarte el trabajo. Ellos pueden robarte tu vida y no importarles que tu vida sea ahora tu cárcel.
 
Datos.
 
España es el país con más paro en la Eurozona (26,9%) superando ya a Grecia (26,8%).
 

El desempleo juvenil afecta al 56,5% de los jóvenes españoles.

La OCDE prevé que el paro subirá en España hasta el 27,8% a finales de 2014.


Cada vez es más difícil que un parado de larga duración vuelva a trabajar.