Fuiste el primer fichaje de la era Asier Garitano. Venías del filial del Almería. Me llamó mi compañero Rafa Góngora para contarme tu llegada y para decirme que te tratara bien: «Chulo, es buena gente, cuídalo«. No se equivocaba. Si algo te define Alber, es que eres sobre todo buena persona. Siempre te he visto con una sonrisa, ni un mal gesto, ni una mala cara. Ni cuando has pasado al ostracismo desde la llegada de Erik Morán el pasado 31 de enero.
Extremeño, de Don Benito. Con pinta de tímido, pero no callado. Te da vergüenza en público, pero en privado cantas a ‘capella’ sin desafinar, igual que con tus pies has dirigido desde el centro del campo la orquesta de Butarque. Alberto eres como tu juego, pasas inadvertido a veces, tapado, invisible, quizás poco vistoso, … pero necesario. Muy necesario. Útil. Estuvo Anquela conmigo en la cabina de Butarque, en un Leganés-Zaragoza, en la temporada del ascenso a Primera y me dijo: «Cómo me gusta Alberto Martín. No se le ve, pero siempre está ahí. Cuando un compañero pierde su posición él aparece, cubre el hueco y corrige el desequilibrio del equipo. Es el jugador que todo entrenador quiere tener«. Contigo al lado, Eraso podía estar tranquilo, lo mismo que Sastre, Timor o Rubén Pérez. Eres el escudero en el que puedes confiar. «Lúcete tú, que yo te cubro«, parece decir tu mirada.
Cuando hicimos ‘El Larguero‘ en Butarque antes de recibir al Barça me preguntaron quién quería que estuviese. Y no lo dudé, respondí: «Alberto Martín y dos más, los otros dos dan igual«. ¿Por qué? Porque Alberto, eres el Leganés. Representas los valores del Lega. El jugador humilde que sin hacer ruido y a pesar de la competencia has jugado en Segunda B, en Segunda y en Primera. Sin ser mejor que otros has sido un luchador incansable, un currante. Un tío comprometido, noble y leal. Capitán con Mantovani, el otro Martín que el sábado no se pudo reprimir y quiso que toda tu afición te rindiera homenaje. No había por qué ocultar algo que ya se sabía. Los dos ‘martínes‘ sois el Leganés moderno: la lucha, la entrega y el compromiso. El perfil de jugador que siempre demanda Asier: con hambre, con ganas de crecer y que hagan crecer al grupo. Ese es ALBERTO; con mayúsculas.
Fuiste el primer goleador del Lega en la vuelta al fútbol profesional. Inolvidable tu gol ante el Alavés aquella tarde de agosto. ¡Qué pena que no marcaste el sábado otra vez ante los vitorianos! Y eso que lo intestaste desde fuera del área. Habría sido perfecto para cerrar el círculo, una época, una era, un ciclo, un período. Como el que tú terminas en Butarque.
Siempre me has tratado bien, Alberto. Y solo quería decirte GRACIAS y desearte buena suerte. Porque la buena gente se merece que le vayan bien las cosas y tú lo eres.