Tengo un amigo que hace unos días me preguntó en qué hemos convertido el periodismo deportivo. Respondí a lo gallego, con otra pregunta, pero ¿tú qué ves, qué lees o qué escuchas? Su respuesta me hizo entender su pregunta. ¿La culpa es la información que ofrecen los medios que él consume o el problema es el público que demanda y consume esa información que esos medios ofrecen?
Intenté explicarle que no todos los periodistas deportivos nos dedicamos a alimentar el show televisivo y nocturno del «Salsa rosa del deporte«. Que aún se pueden dar noticias sin amarillear el contenido. Que es posible hacer una tertulia sin ruido, sin estridencias, sin gritos y sin insultos. Que no por encararse llevas más razón o tus fuentes son más válidas.
Para mí eso no es periodismo. Llámalo espectáculo. Show. O como quieras, pero no periodismo. Para eso no hace falta siquiera ser periodista. Y no me refiero a la formación académica, sino a aprender el oficio de reportero. Ese en el que te titulas echando horas en la puerta de un estadio, haciendo guardias interminables. Viendo y observando horas y horas de entrenamientos. Hablando incansablemente al teléfono hasta que te duele la oreja y el brazo. Buscando fuentes. Cuidando confidentes. Confiando en el hoy me dices, te debo una y tú y yo nunca hemos hablado. Trabajando día a día, sabiendo cuando empiezas y no cuándo terminas. Haciendo ‘periodismo’ de verdad. Del que se aprende trabajando a diario durante años. Sin folklores innecesarios. Sin pintar de amarillo los berridos. Y sin necesidad de llegar casi a las manos.
Afortunadamente para nuestra profesión aún quedan románticos que buscan noticias y no se dedican al periodismo de rotonda. Aún hay periodistas que son capaces de pensar y hacer preguntas propias en las ruedas de prensa. Afortunadamente, y a pesar de todo, siguen existiendo ‘currantes’ con oficio y jóvenes recién salidos de la facultad que desean aprender el oficio sin buscar rápidamente la fama. Porque la noticia siempre debe estar en el deporte y no en el personaje que la cuenta.