Los que me conocen saben que no soy ni admirador ni defensor del juego del Alcorcón de Bordalás en esta temporada, todo lo contrario. Quiero decir que no busco hacer demagogia, ni ganarme el favor popular de la grada de Santo Domingo con mis opiniones y argumentos. Pero en las últimas semanas se ha puesto de moda acusar al Alcorcón de ser un equipo violento y agresivo después de no haber podido superarle en el campo.
Primero, tras el empate en Mendizorroza, fue Alberto López, el técnico del Alavés, el que afirmó que «Ha sido un partido durísimo y el nivel de violencia ha sido alto«. Lo dijo después de que su equipo fuera incapaz de ganar a un Alcorcón que jugó una hora con uno menos. Y ahora sido Valery Karpin, el entrenador del Mallorca, tras otro empate a 1 en el que los amarillos acabaron con 9 y los bermellones con 10 por agresión de Joao a Escassi y de que Bustos hiciera teatro y acabara expulsado el capitán del Alcorcón, Rubén Sanz.
La frase del entrenador ruso fue tan gratuita como barata, Karpin aseguró que «si Marco Asensio hubiera jugado el partido probablemente habría salido en camilla«. Karpin se olvidó, y obvió, que el único jugador violento en Son Moix fue su capitán, Joao, que le soltó la mano a Escassi en la cara y recibieron los dos el mismo castigo.
Los dos entrenadores han abierto un debate peligroso, sin darse cuenta de que ellos son creadores de opinión entre sus aficionados, que se han dejado llevar por las críticas de sus técnicos. Los dos técnicos han maquillado así sus carencias, ya que ante un rival en inferioridad no fueron capaces de llevarse el partido. Me gustaría saber qué habrían dicho si hubieran ganado.
Cuando el Atlético de Madrid defiende al límite se dice que el equipo del Cholo es competitivo e intenso. Y en el Alcorcón pasa igual. Es cierto que este equipo de Bordalás, que se protege fuera de casa con demasiados jugadores de corte defensivo, defiende al limite. Una cosa es defender de forma agresiva, dentro de los límites y otra es ser violento. Pero lo fácil cuando no ganas con ventaja es decir que el arbitro fue permisivo (o ciego) y que el Alcorcón se empleó con dureza.
Tras el partido ante el Alavés, el Alcor recibió a la Llagostera en Santo Domingo. Los catalanes defendieron de forma férrea, como hacen los alfareros lejos de su estadio. Defendieron tan fuerte que Óscar Plano se marchó lesionado tras dos duras entradas, en una le clavaron los tacos en la rodilla, en la otra le hicieron sangrar. Después no escuché a Bordalás acusar a la Llagostera de ser un equipo violento y agresivo.
Y la historia creo que no va a terminar aquí, porque el siguiente en venir a Alcorcón es el Lugo, de Quique Setién, entrenador que ya hace dos temporadas protagonizó un cruce de declaraciones con Bordalás. Setién llegó a decir que deseaba que el Alcorcón no ascendiese por el juego que realizaba y por sus perdidas de tiempo. Así que mucho me temo que este domingo tendremos tercer capitulo.